mayo 18, 2011

Realismo Mágico

El realismo mágico (I)


El realismo mágico es un género literario (aunque también puede expresarse en otras artes) que surge con mucha fuerza en Latinoamérica, especialmente en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. Si bien tiene muchos exponentes muy destacados, dos premios Nobel son representantes clarísimos de este género: Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez.
Ese mundo irreal y mágico, lleno de supersticiones y de una belleza impresionante donde todo es posible; está nutrido por la gran cultura india de ese continente. La cultura europea, que invadió e impuso sus costumbres y religión desde la llegada de Colón, no consiguió aplastar esa forma de ver el mundo de los habitantes del continente. Pero también hizo un indudable aporte positivo, en numerosos sentidos.
En la intersección de esos dos mundos, es donde se desarrolla el realismo mágico.
En este género, lo real y lo irreal es mezclan de un modo natural e indivisible. Se aceptan como cotidianos y normales los acontecimientos más irreales y extraños. Por ejemplo, un personaje femenino de Cien Años de Soledad, muy hermosa y etérea un buen día se la lleva el viento, y sale volando tranquilamente. El acontecimiento se integra con naturalidad, como si lo ocurrido fuera lo más normal del mundo, salvo la tristeza de que ya no estará.
Una vez García Márquez contó algo en un reportaje que me pareció más que significativo. Cuando estaba escribiendo Cien Años de Soledad, la esposa lo notó particularmente triste. Por unos días no quería hablar, comía poco y tenía aspecto deprimido. Cuando la esposa le preguntó que le ocurría, él le contó que uno de los personajes había muerto. Ese es el mundo del que él escribe. Lo irreal se mezcla, se vive y se siente de un modo totalmente natural.

mayo 10, 2011

Alcohol

Alcohol, Drogas y Literatura

Mucho se ha escrito, discutido y disertado sobre la influencia de la droga (blanda, dura o permitida), en el mundo del rock; y sobre todo se ha idealizado a todos esos jóvenes músicos que como Jimmy Jendrix, Jim Morrison, Sid Vicious o Janis Joplin murieron cuando aún tenían mucho camino que recorrer, pero su cuerpo había llegado al tope de lo aceptable.
Pues bien, esta relación no es exclusiva de la música popular y sus autores ya que, en la Literatura esta dualidad está también presente. Quizá no sean casos tan llamativos como los nombrados arriba, pero igualmente su muerte y creación está asociada al alcohol, la marihuana, el opio o la cocaína.
Charles Baudelaire (1821-1867). El poeta maldito, el Dante del siglo XIX, el hombre que durante toda su vida jugó a ser bohemio, naufragando continuamente en el alcohol, las drogas y las prostitutas del barrio latino de París. Sui obra cumbre “Los Paraísos Artificiales”, rezuma intencionalidad por cada una de sus páginas.
Tomas de Quincey (1875-1859). Un escritor fuera de época, un inglés en desafío continuo, sobre todo en contra de esa moral tan británica, comenzó a experimentar con el opio y a plasmar en papel sus escritos hasta que se convirtió en un adicto. Se le recuerda sobre todo por su obra“Confesiones de un Inglés Comedor de Opio”.
Charles Bukowski (1920-1994). Es quizá el autor más relacionado con el alcohol de toda la historia de la literatura. Es el padre del realismo sucio y abanderado de la literatura independiente.
William Burroughs (1914-1997). De familia adinerada, homosexual, apasionado por las armas de fuego y heroinómano. Este novelista, ensayista y crítico social exponía en sus novelas su propia vida, lo demuestran los títulos de dos de sus primeras novelas, “Yonki” y “Marica”.
Estos son sólo algunos ejemplos y aunque su repercusión social, no alcanza a la de los rockeros, está bien claro que la influencia de la drogas y el alcohol en sus obras y en las obras de otros mucho escritores es importante e impactante, por ello me pregunto si realmente la estimulación psicotrópica o etílica es necesaria para crear arte en sus más diversas variante.

Tomado de:

mayo 04, 2011

Crack,,,

Los autores del Crack, logran un rompimiento amado y odiado por algunos. Super Mexicanos o traidores a la patria, Europeos o inditos con ínfulas de grandeza…lean su manifiesto y opinen.

Tomado de:
Manifiesto Crack, (Volpi ·  Urroz ·  Padilla ·  Chávez ·  Palou) Lateral. Revista de Cultura. N. 70 octubre de 2000.


Consistente con su proyecto de vida y con su futuro, la novela del Crack se antoja como
renovación desde el tradicional último espacio a visitar: recorrer nuevamente, y con la misma
voluntad de naufragio, la feria del Crack, mostrada en el siguiente tetrálogo.

1. Las novelas del Crack no son textos  pequeños, comestibles. Son, más bien, el churrasco de
las carnes: que otros escriban los bistecs y las albóndigas. A la ligereza de lo desechable y de
lo efímero, las novelas del Crack oponen la multiplicidad de las voces y la creación de
mundos autónomos, empresa nada pacata. Primer mandamiento: "Amarás a Proust sobre
todos los otros".

2. Las novelas del Crack no nacen de la certeza, madre de todos los aniquilamientos creativos,
sino de la duda, hermana mayor del conocimiento. No hay, por ende, un tipo de  novela del
Crack, sino muchos; no hay un profeta, sino muchos. Cada novelista descubre su propio
pedigrí y lo muestra con orgullo. De padres y abuelos campeones, las novelas del Crack
apuestan por todos los riesgos. Su arte es, más que el de lo completo, el de lo incumplido.
Segundo mandamiento: "No desearás la novela de tu prójimo".

3. Las novelas del Crack no tienen edad. No son novelas de formación, y rehúyen la frase de
Pellicer: "Tengo años y creo que el mundo nació conmigo". No son, por ende, las primeras
novelas de sus autores doce las tentaciones de la autobiografía, del primer amor y del ajuste
de cuentas familiar pesan por sobre todas las cosas. Si la posesión más preciada del novelista
es la libertad de imaginar, estas novelas exacerban el hecho  buscando el continuo
desdoblamiento de sus narradores. Nada más fácil para un escritor que escribir sobre sí
mismo; nada más aburrido que la vida de un escritor. Tercer mandamiento: "Honrarás la
esquizofrenia y escucharás otras voces; déjalas hablar en tus páginas."

4. Las novelas del Crack no son novelas optimistas, rosas, amables; saben, con Joseph
Conrad, que ser esperanzado en sentido artístico no implica necesariamente creer en la
bondad del mundo. O buscan un mundo mejor, aunque sepan que tal vez, en algún lugar que
no conoceremos, tal ficción pueda ocurrir. Las novelas del Crack no están escritas en ese
nuevo esperanto que es el idioma estandarizado por la televisión. Fiesta del lenguaje y, por
qué no, de un nuevo barroquismo: ya de la sintaxis, ya del léxico, ya del juego morfológico.
Cuarto mandamiento: "No participarás en un grupo en que te acepten a ti como miembro"