abril 13, 2011

Algo largo...pero es para 15 dìas asiq ue nose quejen jejejje


La crueldad de los cuentos de hadas.
Por Victor Montoya.

Se ha dicho muchas veces que los cuentos populares encierran una serie de “crueldades”, que no son aptas para el desarrollo emocional del niño y cuyas lecturas pueden estimular su agresividad. Los críticos consideran que varios de los cuentos populares, rescatados de la tradición oral por los hermanos Grimm y Charles Perrault, al menos en sus versiones originales, deben ser leídos sólo por los adultos, aun sabiendo que los niños, como todos los humanos, no están al margen de los actos de violencia y las “crueldades”, que a diario experimentan a través de las pantallas de la televisión o en la vida cotidiana.Los instintos primarios y reprimidos, como es el caso de la agresión, pueden aflorar en cualquier momento y hasta dominar sobre la parte racional y consciente del niño, pues todos los individuos cargan genéticamente un instinto de agresión en la parte más irracional e inconsciente de su ser. No obstante, como bien apunta el psicoanalista Bruno Bettelheim: “La creencia común de los padres es que el niño debe ser apartado de lo que más le preocupa: sus ansiedades desconocidas y sin forma, y sus caóticas, airadas e incluso violentas fantasías. Muchos padres están convencidos de que los niños deberían presenciar tan sólo la realidad consciente o las imágenes agradables y que colman sus deseos, es decir, deberían conocer únicamente el lado bueno de las cosas. Pero este mundo de una sola cara nutre a la mente de modo unilateral, pues la vida real no siempre es agradable” (Bettelheim, B., 1986, p. 14-15).
Mucho antes de que exista una literatura escrita exclusivamente para niños, los cuentos populares -de hadas, ogros y princesas- se transmitían a través de la tradición oral y de generación en generación. Durante siglos, quizás milenios, los cuentos eran contados entre los adultos; empero, de tanto repetirse una y otra vez, llegaron también a gustar a los niños no sólo por el poder de la fantasía que alimenta el desarrollo de su personalidad, sino también porque abordan temas que les toca de cerca. Así pues, los cuentos populares se han convertido en un tesoro invalorable para los niños, incluso cuando no existía una literatura infantil propiamente dicha y en épocas en que la pedagogía no había advertido su importancia.
Con el transcurso del tiempo, los cuentos populares sufrieron una serie de mutilaciones tanto en la forma como en el contenido, y muchas de las adaptaciones, lejos de mejorar el valor ético y estético del cuento, tuvieron la intención de moralizar y censurar las partes “crueles”, arguyendo que la violencia era un hecho ajeno a la realidad del niño y algo impropio en la literatura infantil. De cualquier modo, una cosa es mutilar el contenido de un cuento, y, otra muy distinta, adaptarlo al nivel lingüístico o al desarrollo cognoscitivo del niño, quien, para gozar de la lectura, requiere comprender el léxico y la sintaxis del texto. Esto implica, por ejemplo, simplificar las descripciones largas, las frases irónicas y las moralejas, debido a que éstas son incomprensibles para los niños que no han alcanzado la etapa del razonamiento lógico, sobre todo, si consideramos los preceptos de la psicología evolutiva.
Si bien es cierto que la literatura infantil estimula la fantasía del niño y cumple una función terapéutica, es también cierto que los cuentos llamados “crueles” no tienen por qué ser censurados ni rechazados; por el contrario, deben ser presentados con un sentido crítico, ya que el propio niño vive en un mundo que no es un paraíso, sino un territorio lleno de tragedias e injusticias. Es más, los cuentos populares, al mismo tiempo que entretienen al niño, le ayudan a comprenderse mejor a sí mismo y contribuyen al desarrollo de su personalidad; claro está, cuando y siempre se los conserve y cuente en su forma original, pues cualquier tipo de mutilación que sufran sus partes más violentas no hará otra cosa que restarle importancia al cuento y malograr su contenido literario que, como en toda obra de arte bien concebida, es perfectamente comprensible para el niño.
Ahora bien, ¿vale la pena poner al alcance de los niños los cuentos populares que encierras una cantidad inverosímil de crueldades y violencia? No creo que baste con abolirse las escenas más desagradables o explicarles a los niños que las “crueldades” corresponden a la fantasía del autor y a una época pretérita en la historia, porque esto implicaría cubrir con un manto las violencias que a diario se comenten contra millones de niño en todo el mundo. ¿Quién no ha recibido una bofetada en su infancia? Probablemente muchos. ¿Cuántos niños fallecen a consecuencia del martirio causado por los mayores? El síndrome del apaleamiento es cada vez más frecuente no sólo en los hogares, sino también en los recintos de enseñanza, donde los profesores maltratan a los alumnos, sujetos al precepto de que la “letra con sangre entra”. En verdad, nada pudo contra este mal de todos los tiempos, ni siquiera la Declaración de Ginebra, en 1924, ni la Asamblea General de las Naciones Unidas, ni el famoso “Año Internacional del Niño”, celebrado en 1980.
Sólo en Latinoamérica mueren cada año, por golpes recibidos en el hogar, tantos niños como mueren en los accidentes de tráfico, y se habla de cifras alarmantes de niños permanentemente lesionados por idénticos motivos. Sin ir más lejos, en cualquier escuela primaria, el maestro puede advertir las huellas que deja la violencia en el semblante y la conducta de un niño que es objeto de maltratos. Es decir, hay quienes no necesitan leer los cuentos “crueles” de los hermanos Grimm y Charles Perrault para comprender las consecuencias negativas del castigo, puesto que ellos mismos, en algún momento de su vida, han sentido el dolor en carne propia. La violencia no es un hecho ajeno a la experiencia cotidiana del niño, quien, cada día y durante horas, se hace testigo de escenas “crueles” a través del cine, la televisión y las revistas de series, donde se cuentan historias que tienen como tema central la violencia. Éste es el caso de Tom y Jerry, un gato voraz y un ratón astuto que enseñan a los niños las maneras más sofisticadas de vengarse y eliminar al adversario.
La realidad nos enseña que no hay por qué censurar ni clasificar como “malos” los cuentos que abordan el tema de la violencia; por el contrario, la lectura de los cuentos populares tiene un sentido terapéutico por medio del cual el niño puede resolver sus conflictos emocionales internos. Para Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, la fantasía es un medio que le permite al niño cumplir con un deseo frustrado, como si la fantasía fuese una suerte de corrector de la realidad insatisfecha. De este mismo modo, la lectura de los cuentos populares, al influir en su mundo inconsciente, le permite elaborar los conflictos internos y resolverlos en un plano consciente. Si bien es cierto que el niño experimenta angustia mientras lee “Caperucita Roja”, es también cierto que siente una enorme satisfacción cuando sabe que Caperucita es liberada por el cazador, quien da muerte al lobo feroz. Una sensación parecida le causa la lectura de "Cenicienta", una adolescente que sufre el desprecio de la madrastra y las hermanastras, hasta el día en que se le aparece un hada que la ayuda y un príncipe que la convierte en su esposa.
En el cuento de “Blancanieves”, la madrastra perversa, que siente celos y envidia por la juventud y belleza de su hijastra, ordena a uno de sus súbditos quitarle la vida. Pero éste, en lugar de consumar el crimen, la abandona en el bosque, donde Blancanieves se refugia en la cabaña de los siete enanitos, hasta el día en que su madrastra, disfrazada de bruja, le da de comer una manzana envenenada. Cuando Blancanieves yace en el féretro de cristal, lista para ser sepultada por los siete enanitos, aparece el príncipe que la resucita con un beso y se la lleva a vivir en su castillo.
Las escenas de “crueldad” se repiten una y otra vez en los cuentos populares. Así, en “Pulgarcito“, el ogro quiere degollar y comerse a los siete hermanos, del mismo modo como la bruja quiere matar y comerse a “Hansel y Gretel” en la casa de chocolate. En ambos cuentos, aparte de que la monstruosidad humana está simbolizada en el ogro y la bruja -enemigos temibles-, la inteligencia infantil está encarnada por los protagonistas menores que se libran de una muerte atroz y retornan a sus hogares, donde son recibidos por sus padres con la esperanza de vivir felices por el resto de sus días.
No cabe duda que los cuentos populares, tanto por la trama como por el desenlace, sean excelentes recursos terapéuticos que ayudan al niño a resolver sus ataduras emocionales y forjar una personalidad más equilibrada. Según Bruno Bettelheim: “Los cuentos de hadas tienen un valor inestimable, puesto que ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo. Todavía hay algo más importante, la forma y la estructura de los cuentos de hadas sugieren al niño imágenes que le servirán para estructurar sus propios ensueños y canalizar mejor su vida (...) Los cuentos de hadas transmiten a los niños, de diversas maneras: que la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana; pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos alzándose, al fin, victorioso (...) Las historias modernas que se escriben para los niños evitan, generalmente, estos problemas existenciales, aunque sean cruciales para todos nosotros. El niño necesita más que nadie que se le den sugerencias, en forma simbólica, de cómo debe tratar con dichas historias y avanzar sin peligro hacia la madurez. Las historias ‘seguras’ no mencionan ni la muerte ni el envejecimiento, límites de nuestra existencia, ni el deseo de la vida eterna. Mientras que, por el contrario, los cuentos de hadas enfrentan debidamente al niño con los conflictos humanos básicos“ (Bettelheim, B., 1986, p. 14-16).
En el amplio espectro de la literatura infantil, existen algunos cuentos que son más “crueles” que otros. Aquí tenemos, por mencionar algunos casos, “El enebro”, un cuento trascrito de la tradición oral por los hermanos Grimm: La madre muere al nacer su hijo. La madrastra llega a tener una hija y odia al hijastro. Lo mata. Involucra a la hija para dominarla. Alimenta al padre con la carne del hijo. El pájaro del enebro (un arbusto), que en realidad simboliza a la madre, resucita al hijo cuando la madrastra es triturada por las muelas del molino. Otro cuento, del autor francés Charles Perrault, es el famoso “Barba Azul”, quien degüella a sus esposas la primera noche de bodas. A la última de ellas le entrega una llave, que tiene una huella indeleble de sangre, y le advierte no abrir la puerta prohibida de la habitación secreta. Pero ella, sin resistir a la tentación de la curiosidad y desoyendo las advertencias, abre la puerta prohibida y encuentra, en medio de una escena bañada de sangre, los cadáveres de las anteriores mujeres de Barba Azul, quien, luego de sorprenderla delante de la macabra escena, la condena a morir como a sus predecesoras por el simple hecho de haberle desobedecido. Y, aunque al final el esposo-monstruo recibe el castigo que se merece, no es seguro que el niño se sienta completamente aliviado, pues este cuento escalofriante, que narra la “cruel” historia de un hombre acomodado, no es tan fácil de comprenderlo si, al menos, carece de magia y no ocurre nada de maravillo en la trama ni el desenlace.
El tema del esposo-monstruo, los reyes o príncipes encantados, es frecuente en los cuentos populares, en los cuales aparece un personaje convertido en animal o monstruo por actos de hechicería, como en “La Bella y la Bestia”, “El cerdo encantado” y “El rey sapo”. En otros cuentos aparecen las “damiselas venenosas” (como las llaman en Oriente). Se trata de hermosas mujeres que esconden armas blancas en el cuerpo o un brebaje venenoso con el que matan a sus esposos la primera noche de bodas, y, por supuesto, no se debe olvidar la maldad femenina encarnada en las madrastras “crueles” tanto de Blancanieves como de Cenicienta.
Según M-L. von Franz , “muchísimos mitos y cuentos de hadas hablan de un príncipe convertido por hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el amor de una doncella: un proceso que simboliza la forma en que el ánimus se hace consciente (como en el caso de la Bella y la Bestia). Muy frecuentemente, a la heroína no se le permite hacer preguntas acerca de su misterioso y desconocido enamorado y esposo; o se encuentra con él solo en la oscuridad y jamás debe mirarlo. Esto implica que, por confianza y amor ciegos hacia él, ella podrá redimir a su marido. Pero eso jamás sucede. Ella siempre rompe su promesa y, al final, encuentra a su marido otra vez después de una búsqueda larga y difícil y de muchos sufrimientos (Von Franz, M-L., 1995, p. 193-94). Así, en muchos mitos, el amante de una mujer es una figura misteriosa que ella nunca debe ver. El ejemplo está en la doncella Psique, quien era amada por Eros, pero tenía prohibido que intentara mirarlo. Casualmente lo hizo una vez y él la abandonó; ella pudo recuperar su amor solo después de larga búsqueda y muchos sufrimientos.
Asimismo, “La figura de una muchachita deforme aparece en numerosos cuentos de hadas. En esos cuentos la fealdad de la joroba suele esconder una gran belleza que se descubre cuando el ‘hombre adecuado’ viene a liberar a la muchacha de su mágico encantamiento, generalmente con un beso” (Jocobi, J., 1995, p. 289).
Quizás por ello, varios de los cuentos censurados por la pedagogía y la psicología, siguen siendo los mejores espejos que reflejan ese mundo cruel y violento del cual son víctimas y testigos los niños. Valga citar algunos de los “cuentos crueles” de la literatura infantil:
-“Piel de asno”, un rey que enviuda y quiere casarse con su propia hija, la misma que huye horrorizada del palacio.
-“Hansel y Gretel”, los pequeños héroes que son abandonados en un bosque tenebroso, debido a que sus padres, pobres leñadores, no tienen qué darles de comer.
-“Caperucita Roja”, la historia despiadada de un lobo que devora a una anciana y su nieta, quien se entretuvo en el bosque desobedeciendo las recomendaciones de su madre.
-“Grisalida”, un hombre somete a su mujer a todo tipo de suplicios morales -le quita a su hija- para poner a prueba su paciencia y sumisión.
-“La bella durmiente”, cuya versión original no termina con la feliz boda, sino en la horrible muerte de la madre del príncipe, que cae a un cubil lleno de serpientes y sapos venenosos, muerte que, en realidad, estaba destinada a la esposa de su hijo.
-“Alí Baba” y el terrible descuartizamiento que se lee en sus páginas, estremece al más experimentado lector de las crónicas de crímenes que a diario se publican en la prensa.
Para algunos críticos, partidarios de la censura y la moralización, ni siquiera los cuentos de HC. Andersen reúnen las condiciones necesarias para ser catalogados dentro del marco de la literatura infantil, puesto que el dolor y la “crueldad” descritos en algunos de ellos, como en “Claus grande y Claus chico”, se tornan en escenas inapropiadas para la lectura de los niños. Sin embargo, se debe aclarar que los cuentos de Andersen, así sean tristes, y a veces demasiado tristes, son cuentos que apasionan a los niños no sólo porque su honda sensibilidad poética hace más leve el dolor, sino también porque sus protagonistas, a pesar de las peripecias y adversidades de la vida, tienen la magia de tener un final feliz como en “El patito feo”.
Las escenas de violencia en los cuentos populares confirman la regla de que nadie está libre de esta conducta negativa que forma parte de la personalidad humana, y que, por mucho que los censores tiendan a eliminar la violencia en los cuentos infantiles, los niños seguirán exigiendo que se los lean, una y otra vez, las escenas “crueles” en Cenicienta, Blancanieves o Caperucita Roja; esos cuentos que tienen la magia de despertarles su fantasía y ayudarles a resolver sus conflictos emocionales, pues quién no recuerda la escena “cruel” en que Caperucita, ya despojada de su capita roja y recostada junto al lobo disfrazado con el camisón de la abuelita, le pregunta con voz temblorosa:
“-Abuela, ¡qué brazos tan largos tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas tan largas tienes!
-Es para correr mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
-Es para oír mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Es para ver mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!
-¡Es para comerte!...” (Cuentos de Perrault, 1975, p. 92).
FIN

Bibliografía
  • Bettelheim, Bruno: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1986.
  • Cuentos de Perrault, Ed. Susaeta, S.A., edición autorizada por Western Publishing International, Barcelona, 1975.
  • Jacobi, Jolande: El hombre y sus símbolos - C. Jung, ed. Paidós, Barcelona, 1995.
  • Von Franz, L-M: El hombre y sus símbolos - C. Jung, ed. Paidós, Barcelona, 1995.

19 comentarios:

  1. pues yo opino que si deberia de leer las verdaderas historias los niños por que asi no se quedan con la idea de que todo es bonito y que todo acaba en un final feliz si no despues se trauman horrible al saber la verdad, si de todos modos hay niños que sufren mucha violencia en carne propia, los cuentos verdaderos con su crueldad no les va hacer ningun daño.
    ATTE: Fer Alvarez

    ResponderEliminar
  2. tiene toda la razon fer los niños leen estos cuentos y lo relacionan con la vida verdadera, piensan que al final todo va ser lindo y perfecto sin pensar en las consecuencias. Claro que desde chiquito bombardiar a los chavitos con violencia tampoco es lo mas astuto que se pueda hacer, pero darle mas chance a los antagonistas seria buena opcion. que de vez en cuando se caiga la princesa en el lodo, o que se muera su papa o algo asi obviamente todo en exceso... Phillip

    ResponderEliminar
  3. Yo opino que todo con calma, que lo mejor es que los niños sigan viviendo su infancia de una manera bonita, llena de inosencia porque todos crecemos y te vas dando cuenta de muchas cosas que no eran verdaderas como el creer en los reyes magos y esas cosas. Por eso creo que es mejor que los niños crean lo que ellos quieran de los cuentos :)
    DELIA QUINTANAR

    ResponderEliminar
  4. Pues que puedo decir que a mi todavia me gustaban los cuentos de princesas y asi .. hasta que jaime me rompió las ilusiones pero la verdad yo nunca lo hubiera pensado ocea yo pienso que son bonitos auque si estan alejados a la realidad en muchos sentidos pero para los niños estan bien porque ellos los ven bonitos y no piensan en sus mensajes subliminales jaja...
    Atte: Maria Laura Martínez

    ResponderEliminar
  5. Me da riso eso profe! esq la nta tiene razon, pero la cosa aqui esque los ninos nisiquiera se enterarian de las historias reales de estos cuentos al menos q se vuelvan sus alumnos como nosotros jajaja!! pero estoy de acuerdo en que pueden despertar ese instinto agresivo dentro de su subconciente, pues uno no esta muy informado d lo q sucede dentro de esa parte de la mente, jaja disney es malvado entonces!!, pero ya q, ya se invetr\aron y que se hace!, jaja y esa historia de la caperucita roja de chiquito si da miedo, ahorita ya hasta te ries, bueno profe le prometo q mis hiojos no veran esas peliculas jajajajajaj! bye

    atte. Mauricio Ortega

    ResponderEliminar
  6. la neta yo pens que los cuentos de hadas si heran para los ninios pero creo que con lo que akabo de leer para el este tipo no pero naa yo vivi con historias de hadas y aunque lo diga ese we la neta yo seguire pensando que los cuentos hadas van a segui siendo para ninios ..... parte todo lo que son peliculas de hadas son malas para los ninios que no se la mame ese we la unica pelicula q digo q pedo con las hadas todas feas es en el laberinto del fauno esa peli si me dan asco las hadas!!!



    ATTE Fabio Caracheo

    ResponderEliminar
  7. jajaja pues yo amaba HERCULES hasta que Jaime lo arruino TODO! ):
    Pero pues yo digo que los pequeños sigan
    leyendo sus cuentos tal y como son jaja
    para que amargarlos desde ahorita si pueden disfrutar y soñar con "el principe azul" o "con un mundo de magia" (:
    ATTE Andrea Cano

    ResponderEliminar
  8. james no c porque siento q nunca lees lo q escribimos jajaja, bueno al menos yo no lo haria.. pues si efectivamente la palabra niñez es algo inventado; existe la inmadurez, por tanto desde muy pequeños el humano acata su manera de ser violento, màs sin embargo està mal y por lo general no siempre tiene que ver con lo que nos enseñen en nuestras casas, si no tambièn muchas veces por genètica.. es natural que el mà<s fuerte abuse del dèbil sòlo que la sociedad indica que eso no debe pasara al menos de una manera dìsica si no màs bien intelectual... pff asì es nuestro mundo, sòlo que vivimos en mundo criado por mujeres aunque suene a machismo... si no fuera por ellas, muchos psicòlogos afirman que la sociedad como tal serìa una completa anrquìa... solo hagan lo que la naturaleza les dicet, ya sea en cuentos de hadas o en la vida diaria, sacando la mayor agresiòn posible enfocandolo para algo bueno =)

    atte Fidel

    ResponderEliminar
  9. Pues mire profe para empezar su lectura gigante me dio demasiada! flojera pero pues io pienso que es bueno que los niños pequeños tengan esa pantalla al principio de que todo es bueno y feliz y que conforme vayan creciendo se van a ir dando cuenta de que pues no siempre es asi pero porque arruinar la infancia de los niños con cosas que pues algun dia te daras cuenta yo digo que no es malo tener un poco de fantasia en la vida la verdad digo quizas con el tiempo se les puede ir enseñando que pues no son asi las cosas siempre pero uno debe de disfrutar el tiempo que puede pensando cosas bonitas y sin tener que preouparse o noo?? :D

    ATT: Ana Valeria (:

    ResponderEliminar
  10. pues si efectivamente todos pensamos que los cuentos de hadas si son para niños por lo que nos mete Disney.. pixar etc etc aunque si es cierto a los niños les encantan pero es en verdad lo que queremos para nuestro futuro? niños que crecieron con esos cuentos?? (haha me vi bien amargada aca bien beatriz paredes) pues no c yo si me ilusionaba cuando veia cenicienta y asi ahora que estoy mas grande pues me gusta shrek haha porque es la burla es su estado mas puro de todos los cuentos de hadas by. ANDY FREDERICS

    ResponderEliminar
  11. hahaha por lo qe alcanze a leer creo qe jaime es el malo de la clase u rompe las iluciones de TODOS yo qe esperaba anciosa mi principe azul haha just kidding.
    no pues la verda a mi me gustaria qe mis hijos vivieran asi como en su mundo de fantasias pero dejandoles claro como esqe esla vida y como estamos viviendola yo amo los cuentos de hadas y creo en las hadas pero pues hay veces qe si me la vuelo mucho y pues siempre hay alguien qe me ponga los pies en la tierra

    ResponderEliminar
  12. ps : soy EVELIN lo siento!

    ResponderEliminar
  13. Yo creo que lo mejor es dejar que los niños sigan creyendo cuentos infantiles y cosas que cuando uno crece se da cuenata que no son nada parecidos a como te los contaron, pero al menos en mi caso fue muy chido ir creciendo y con eso ir viendo la realidad y que los cuentos muchas veces no son como te los ponen color de rosa... pero para mi esta bn que sigan creyndo cosas fantasticas e irreales para tener una mente harta creativa!
    Ruben!

    ResponderEliminar
  14. profee! su lectura es demasiadoo larga... sentia que núnca cabaría... pero lo acabe :)
    creo que la lectura es cierta porque hoy en día vemos tanta violencia que no queremos que actos tan inhumanos y horribles lleguen a oidos de nuestro niños y de cierta forma no los envenen porque hay actos que ni siquiera nosotros imaginamos y podemos creer que haya gente tan malditaa!... pero también creo que el bebe conforme vaya creciendo se va a ir enterando de todos estos hechos por lo tanto creo que esta bien ser transparentes con los niños desde pequeños Sin ABUSAR para que de grande no sufra una decepción, pero tampoco contarselas de golpe y tan feas como dice la lectura porque no dejan de ser niños. :)
    atte: pao guzmán

    ResponderEliminar
  15. OK.. después de cocerme los
    ojos durante media hora leyendo letras blancas con fondo negro
    lo único que puedo decir es que no puedes
    tener a tu hijo viviendo en una completa realidad
    siendo tan joven ni tampoco puedes dejar que viva en un mundo
    total de fantasía, por que, ala larga, se va a dar cuenta que el mundo no es como el pensaba que era, que todo funciona de una manera muy diferente y obviamente esto le va a afectar... enconclusión: NO TENGAS HIJOS!

    Att: BeRe

    °!"#$PrOfEsSiOnAl AwEsOmNisT$#"!°

    ResponderEliminar
  16. apenas abri el blog y mori de flojera pero pues como soy muy responsable lei toda la lectura y úes s eme hace bueno qu elos niños vivan con esa imagen de los cuentos de hadas por que asi ven d eforma positiva la vida apesar de la violencia que hay hoy en dia! y es bueno que vean desde otra perspectiva la vida. atte : Jose Andres Moreno

    ResponderEliminar
  17. Yo digo que desde chicos nos deberian de enseñar las verdaderas historias, porque despues te llevas una idea diferente de lo que el autor queria transmitir, y es mejor que nos enseñen como es la vida desde chicos y que nos demos cuenta de que no todo es color de rosa, feliz y bonito, y darnos cuenta de que disney es malvado: Luis Geraro Carstensen

    ResponderEliminar
  18. Yo de chiquito pensaba que las hadas y todos los personajes de fantasia eran buenos y vivian felices para siempre y ahora que ya estoy medio grande y escucho las verdaderas historias pues si me saco de onda asi que yo opino que deberian de existir cuentos buenos para niños y que digan la verdad que no te desilusion cuando estas grande como a mi me paso hahaha

    Atte: Miguel Angel Lopez O

    ResponderEliminar
  19. hey jaime no cambiaste el coso verdaad..¿?
    attO:Evelin

    ResponderEliminar